Cada mañana cuando nos levantamos, tenemos la opción de elegir cómo comenzar nuestro día. Veamos dos posibles situaciones:
Situación hipotética 1: suena el despertador, se levanta de la cama, comienza a arreglarse y ya está ansioso por el día que le espera. Mientras desayuna de prisa, se pone al día con las noticias, los mensajes de texto y los correos electrónicos. Finalmente sale apresuradamente por la puerta, absorto en su lista de quehaceres.
Situación hipotética 2: usted oye el despertador e inmediatamente dice: “Señor Jesús, te amo”. Se levanta de la cama y pasa un tiempo hablando con el Señor en oración y leyendo Su Palabra. Refrescado y nutrido por Su Palabra, usted se siente fortalecido y suministrado para enfrentar los desafíos del día.
Probablemente todos preferiríamos la segunda situación. Nuestra vida espiritual se beneficiaría grandemente y quizás hasta cambiaría drásticamente si comenzáramos cada día pasando tiempo con el Señor Jesús. Pero establecer un hábito requiere algo más que una inspiración fugaz; sería de gran ayuda ver por qué vale la pena. En esta entrada, veremos tres razones por las cuales es crucial pasar tiempo con el Señor, y cúal es el mejor momento del día para hacerlo.