Por qué necesitamos una vida escondida con el Señor Jesús

Hay dos aspectos de nuestra vida cristiana: lo visible y lo invisible. A menudo es fácil centrarse en las cosas que son visibles: nuestra conducta, las actividades de la iglesia, el servicio a Dios y el cuidado de las personas. Pero si nos centramos exclusivamente en lo que se ve, podemos descuidar lo invisible: nuestra relación escondida con el Señor.

En Marcos 4, el Señor Jesús relató una parábola acerca de un sembrador que sembró semillas en cuatro tipos diferentes de terreno. Algunas semillas cayeron junto al camino, donde las aves se las comieron rápidamente. Otras semillas cayeron en los pedregales y brotaron pronto, pero se secaron debido al calor del sol. Otras cayeron en los espinos y fueron ahogadas. El resto cayó en buena tierra, creció y produjo fruto.

En los versículos 16 y 17, el Señor explicó a sus discípulos lo que representan los “pedregales”:

“Éstos son asimismo los que son sembrados en los pedregales, los que cuando oyen la palabra, al momento la reciben con gozo. Pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración; luego, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropiezan”.

A veces, cuando leemos la Biblia, es posible que recibamos las palabras del Señor con gozo. Quizás respondamos de inmediato, queriendo hacer algo para Dios externamente, o decidiendo ajustar nuestro comportamiento según lo que hemos leído.

Pero es posible que esto sea una reacción superficial, sin que ocurra mucho bajo la superficie. Para que una planta crezca y prospere, necesita un sistema de raíces saludable y extenso. De la misma manera, lo más importante para nuestro crecimiento como cristianos es desarrollar un “sistema de raíces” espiritual profundo y escondido en el Señor.


Por qué es importante tener un sistema de raíces fuerte

Ocultas bajo la superficie, las raíces de una planta absorben agua y nutrientes del suelo, anclan la planta en el suelo para sostener su crecimiento fuera de la superficie, almacenan nutrientes a largo plazo y ayudan en la reproducción.

Estas cuatro funciones del sistema de raíces de una planta se correlacionan vívidamente con la vida cristiana.

Antes que nada, necesitamos alimentarnos de Dios en Su Palabra. Si no tomamos las riquezas contenidas en la Biblia como nuestro alimento, simplemente no podremos estar saludables espiritualmente ni vivir una vida cristiana apropiada. Necesitamos absorber los nutrientes espirituales todos los días para nuestro crecimiento cristiano.

Segundo, si no estamos arraigados en Cristo, no podremos sobrellevar las dificultades y pruebas que enfrentamos. Nuestras raíces invisibles en Cristo son lo que nos ancla, permitiéndonos permanecer firmes e incluso crecer a medida que los vientos de dificultad nos rodean.

Tercero, el Señor Jesús claramente nos dijo que seremos afligidos, es decir, perseguidos, por causa de la Palabra de Dios. Pero por muy difícil que sea nuestro camino, tener raíces profundas nos garantiza acceso al suministro y alimento abundantes encontrados en Cristo, los cuales nos sostendrán a largo plazo.

Cuarto, si cuidamos del crecimiento de nuestro sistema de raíces espiritual, espontáneamente viviremos la vida cristiana que anhelamos. Incluso podremos proveer ayuda espiritual a otros creyentes o predicar el evangelio a aquellos que aún no han sido salvos, llevando así fruto para el Señor.


Tres maneras
de desarrollar un sistema de raíces fuerte

Aunque ciertamente necesitamos tener comunión con otros creyentes, debe haber un lado privado y personal en nuestra vida cristiana. He aquí tres cosas que podemos hacer todos los días para desarrollar un sistema de raíces espiritual saludable:

1. Orar: En Mateo 6:6 el Señor Jesús dijo: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. Desarrollar una vida secreta de oración con nuestro Padre que está en secreto fortalece nuestras raíces espirituales.

2. Leer la Biblia: En Mateo 4, el diablo puso a prueba al Señor Jesús, tentándolo a convertir piedras en panes después de que Él hubiera ayunado por cuarenta días en el desierto. Jesús le respondió: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Esto nos muestra que vivimos al tomar la Palabra de Dios como nuestro pan de cada día. A medida que disfrutamos de la Palabra de Dios como nuestro alimento, ésta nos permite resistir las tentaciones del diablo.

3. Pasar tiempo con el Señor en la mañana: Al combinar estas dos cosas, orar y leer la Biblia, justo después de levantarnos en la mañana podemos profundizar nuestras raíces. Antes de que comencemos a estar demasiado ocupados y el “calor” del día comience a desgastarnos, podemos absorber al Señor como nuestro alimento al orar con la Palabra cada mañana. Esto nos sostendrá por el resto del día.


El Señor Jesús es nuestro modelo

Como creyentes, debemos cuidar de la iglesia y ministrar Cristo a las personas que nos rodean. Si bien es cierto que debemos servir al Señor y hacer cosas para Él, estas actividades externas deben depender de un sistema de raíces profundo y escondido.

El Señor Jesús es nuestro modelo. Él hizo muchas cosas maravillosas en nombre del Padre: sanó a los enfermos, le dió la vista a los ciegos y alimentó a los hambrientos. Pero una y otra vez se alejaba de las multitudes y se iba a un lugar privado para orar al Padre. Nosotros podemos seguir Su modelo cada día al pasar tiempo personal y privado con nuestro Señor para ser suministrados y nutridos por Él.


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