Siete pruebas de que su salvación es eternamente segura

Una pregunta inquietante que tienen muchos cristianos es si pueden perder su salvación. Quizás cuando usted inicialmente creyó en el Señor, estaba seguro de haber sido salvo. Pero después de un tiempo, tal vez porque pecó o fracasó de alguna manera, usted ya no está tan seguro y siente que su salvación podría estar en peligro.

No obstante, la Biblia nos dice que una vez que creemos en Cristo, nunca podremos perder nuestra salvación. En esta entrada veremos siete pruebas de la Palabra inmutable de Dios que muestran que nuestra salvación en Cristo es irreversible y eternamente segura.


1. La salvación fue iniciada por Dios

“Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él en amor”. —Efesios 1:4

Efesios 1:4 nos dice que Dios nos escogió antes que naciéramos, aun antes que el universo fuera creado. Luego, cuando llegó el momento oportuno para que fuésemos salvos, Él nos llamó. ¿Usted cree que Dios nos escogería hace tanto tiempo, enviaría a Su Hijo para morir por nosotros, esperaría a que naciéramos y luego nos llamaría para ser salvos, sólo para abandonarnos después que finalmente fuimos salvos? No, Dios no haría eso.


2. El amor y la gracia de Dios son eternos

“Con amor eterno ciertamente te he amado”.—Jeremías 31:3

El amor y la gracia de Dios son eternos e inmutables; no dependen de lo que hagamos. Jeremías 31:3 nos dice que Dios nos ama con un amor eterno y 2 Timoteo 1:9 dice que Dios no nos salvó conforme a nuestras obras sino según Su gracia, la cual nos fue dada en Cristo mucho antes de que el mundo existiera. Además, Romanos 8:35-39 nos dice que nada nos podrá separar del amor eterno de Dios.


3. Dios es justo

“La justicia y la equidad son el cimiento de Tu trono”.—Salmos 89:14

Aunque Dios fue motivado por Su amor para salvarnos del juicio eterno, este amor no es la base de la salvación que Él efectúa. Más bien, la justicia de Dios es la base de esta salvación.

Muchos pecadores temen Su justicia y la asocian con Su ira. Ciertamente es una cosa temerosa; puesto que Dios es justo, Él no puede tolerar o pasar por alto el pecado. No obstante, necesitamos ver cómo la justicia de Dios se relaciona con la salvación.

Romanos 6:23 nos dice que la paga del pecado es muerte. Debido a esto, en un sentido legal el Dios justo debe juzgarnos con la muerte eterna.

Pero el Señor Jesús tomó nuestro lugar y llevó el juicio de la muerte por nosotros en la cruz. Ya que Dios aceptó el sacrificio de Cristo, la penalidad por nuestros pecados ya ha sido pagada. Un juez justo nunca puede exigir que una deuda sea pagada dos veces. De la misma manera, Dios está obligado por Su justicia a honrar el precio que Cristo pagó por nosotros.

Salmos 89:14 nos dice que la justicia y la equidad son el cimiento de Su trono. Si Dios quiere que Su trono permanezca, Él debe actuar de acuerdo con Su justicia. Dado que Dios ha aceptado la muerte de Cristo como el pago por nuestra deuda de pecados, Su justicia no le permite exigir otro pago por nuestra parte.

Debido a que nuestra salvación está asegurada por la justicia de Dios, Él no puede quitárnosla. ¡Alabado sea Él por Su justicia!


4. Hemos llegado a ser hijos de Dios

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales… son engendrados… de Dios”.—Juan 1:12-13

Cuando creímos en el Señor Jesús, fuimos salvos de la perdición eterna y lo recibimos como nuestro Salvador. Además de esto, Juan 1:12-13 nos dice que fuimos engendrados de Dios para ser Sus hijos. Esto es algo que no se puede deshacer.

Sin importar cuán mal se porten los niños, su mal comportamiento nunca puede negar el hecho de que nacieron de sus padres. De la misma manera, nuestros pecados y fracasos no pueden negar el hecho de que somos hijos de Dios. Quizás requiramos de Su disciplina, pero siempre seremos hijos de Dios, nacidos de Su vida divina.


5. Dios es fuerte

“Y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de Mi mano. Mi Padre… es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de Mi Padre”.—Juan 10:28-29

Todo tipo de cosas intentan arrebatarnos de la mano del Padre: el pecado, el mundo, las dificultades y hasta Satanás mismo. Pero en Juan 10:28-29, el Señor Jesús dijo que es imposible que seamos arrebatados. Nada ni nadie es más fuerte que Dios. Aun si nosotros intentáramos quitarnos de Sus manos, es imposible; Él nunca nos dejará ir.


6. Dios nunca cambia

“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.—Hebreos 13:8

Todo cambia: las personas, las circunstancias, el clima. Incluso nuestras propias emociones fluctúan constantemente; podemos estar animados un minuto y desanimados al siguiente. Sin embargo, nuestra salvación no se basa en nuestros sentimientos, sino en el Dios inmutable. Dios nunca cambia, y la salvación que Él efectúa tampoco cambia.


7. Cristo lo ha prometido

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí; y al que a Mí viene, por ningún motivo le echaré fuera”.—Juan 6:37

¡Cuán preciosa e incondicional es esta promesa de nuestro Salvador! Él nunca echará fuera a los que vienen a Él. Podemos confiar plenamente en Él y en la salvación eterna que Él efectúa.

Como creyentes, necesitamos conocer el cimiento sólido de nuestra fe que se encuentra en la Palabra de Dios. No debemos vivir nuestra vida cristiana en constante temor y duda. Nuestra salvación es eternamente segura, y podemos y debemos confiar en la Palabra de Dios, la cual nos asegura este hecho.


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