Por qué damos testimonio de Jesucristo y 6 puntos prácticos sobre cómo hacerlo

 

Es posible que hayamos escuchado la frase “dar testimonio de Cristo”. Pero ¿qué significa? Dar testimonio simplemente significa decirles a otros lo que hemos experimentado personalmente del Señor Jesús.

Por ejemplo, cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador, quizás les hablamos a nuestros amigos o familiares acerca de nuestra experiencia de salvación y lo maravillosa que fue. Ese fue nuestro testimonio ante ellos.

Numerosos versículos en el Nuevo Testamento nos dicen que debemos dar testimonio de nuestro Señor y Salvador para que los pecadores puedan ser llevados a la salvación. Veamos algunas de las razones por las que debemos dar testimonio.


El Señor resucitado nos comisionó

En los evangelios de Mateo y Marcos se registra el mandato indisputable del Señor a Sus creyentes. Mateo 28:19 dice:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones”.

Y Marcos 16:15 dice:

“Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda la creación”.

Antes que el Jesús resucitado ascendiera al cielo, Él les dio a Sus creyentes un mandamiento: ir y predicar el evangelio. Ésta fue Su comisión a Su iglesia, lo que significa que incluye a todos los que hemos sido redimidos y nacidos de nuevo.

Cada uno de nosotros ha sido encomendado por el Señor para proclamar las buenas nuevas de Su salvación. El Señor Jesús nos encomendó a ir con Su precioso evangelio a toda la creación —es decir, a todas partes— y a todas las naciones, en otras palabras, a todas las personas de cada raza.

Así que debemos proclamar el evangelio porque nuestro Señor, Aquel que murió por nosotros y se levantó de entre los muertos, nos encomendó hacerlo. Él nos ha dado la responsabilidad de predicar el evangelio a los pecadores que nos rodean, e incluso a toda la tierra.


Somos pámpanos en la vid con el fin de llevar fruto

El Señor Jesús dijo en Juan 15:5:

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer”.

Más adelante, en el versículo 16, Él dijo:

“No me escogisteis vosotros a Mí, sino que Yo os escogí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto”.

El cuadro de los pámpanos en la vid nos muestra nuestra relación con el Señor. Al permanecer unidos a la vid, los pámpanos disfrutan de la vida de la vid y florecen. Pero la meta de este disfrute es que los pámpanos lleven fruto.

Fruto en Juan 15 se refiere a las personas que son salvas por medio de nosotros. Así que todos debemos “ir” para decirles a otros acerca del Señor Jesús para que muchos más puedan ser salvos.


Los incrédulos necesitan oír el evangelio

No importa quiénes sean o lo que hayan logrado o no, todos los seres humanos tienen una necesidad espiritual desesperada. Las palabras de Pablo en Romanos 1:14 nos muestran nuestra responsabilidad hacia ellos:

Deudor soy igualmente a griegos y a bárbaros, a sabios y a ignorantes”.

Cada uno de nosotros los creyentes es un deudor. Le debemos una gran deuda a las personas que nos rodean que aún no son salvas. Aquellos que no han creído en el Hijo de Dios perecerán eternamente en el lago de fuego. Se lo debemos a nuestros parientes, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y otros el decirles acerca del Salvador para que puedan creer en Él y recibir la vida eterna.

¿Dónde estaríamos hoy si nadie nos hubiera hablado de Jesús? Romanos 10:14 dice:

“¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien proclame?”.

Si las personas nunca tienen la oportunidad de oír el evangelio, ¿cómo pueden creer? Es por esto que debemos proclamar al Señor y Su salvación a otros.


El reino de Satanás sufre pérdida

Satanás quiere mantener a la gente bajo su autoridad maligna. Pero cuando las personas creen en el Señor Jesús, son liberados de la tiranía de Satanás sobre ellos. En Hechos 26:18, Pablo describió de esta manera la comisión que el Señor le dio:

“Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la autoridad de Satanás a Dios; para que reciban perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados por la fe que es en Mí”.

Cuando hablamos a las personas acerca de Jesús y ellas lo reciben como su Salvador, se convierten de las tinieblas a la luz y de la autoridad de Satanás a Dios. Ellas reciben el perdón de sus pecados y obtienen una rica herencia espiritual. ¡Más cautivos de Satanás son liberados y el reino de Satanás sufre pérdida!


¿Cómo damos testimonio de Cristo?

Ahora hablemos de algunos puntos prácticos sobre cómo dar testimonio.


1. Conságrese al Señor

Darnos al Señor al consagrarle áreas específicas de nuestra vida, como nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro tiempo, etc., le provee al Señor la manera de crecer en nosotros en esas áreas. También podemos consagrarnos al Señor para ser testigos de Él y hacer una oración sencilla como ésta:

“Señor, me entrego a Ti en este asunto. Ayúdame a dar testimonio de Ti a las personas que has puesto en mi vida”.


2. Ore por las personas

Es muy importante que oremos por las personas. Nuestro Señor quiere que la gente sea salva y Él seguramente escucha nuestras oraciones por ellos. Podemos orar algo como:

“Señor, oro por mi primo. Todavía no es salvo. Muéstrame qué decirle. Señor, por favor dale un corazón abierto para que escuche lo que yo hable acerca de Ti. ¡Señor Jesús, sálvalo!”

Es útil hacer una lista de nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros de clase y compañeros de trabajo que no son salvos para que podamos orar por ellos con regularidad.

Podemos preguntarle al Señor específicamente con quién debemos hablar, qué debemos decir y cuándo. Incluso podemos pedirle al Señor que nos dé oportunidades para hablar con las personas.


3. Tenga la seguridad de que ser salvo es el único requisito necesario

Asistir a un seminario o recibir un entrenamiento especial no es un requisito para dar testimonio del Señor. Creer en Jesús y recibirlo como nuestro Salvador es el único requisito que necesitamos.

Esto está comprobado por los relatos en el Nuevo Testamento de personas recién salvas que hablaron inmediatamente acerca de Cristo y lo que Él había hecho por ellos. Por ejemplo, en Juan 4, la mujer samaritana conoció a Jesús en el pozo, y luego inmediatamente les contó a todos en su ciudad acerca de Él.


4. Hable acerca de lo que ha experimentado de Jesucristo

No necesitamos componer un sermón para dar testimonio a las personas. Tampoco necesitamos tener todas las respuestas a las preguntas acerca de Dios que podrían hacernos. El apóstol Juan dijo en 1 Juan 1:3:

“Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros”.

Juan simplemente escribió acerca de lo que había visto y oído. De la misma manera, nosotros podemos hablar acerca de lo que hemos visto y oído de Jesucristo, es decir, lo que hemos experimentado y disfrutado del Señor.

Por ejemplo, podemos decirles a las personas cuán agobiados por el pecado y la culpa estábamos, cómo Jesús murió por nosotros y cómo Él nos salvó. O podemos decirles que Jesús ahora vive en nosotros y está con nosotros todo el tiempo. Incluso si somos recién salvos, podemos decir: “¡Estaba vacío y solo, pero ahora Jesús vive en mí!”

Podemos hablar de lo que Jesús hizo por nosotros. Podemos hablar de Su amor para con nosotros y de Su cuidado para con nosotros. Si nos detenemos a pensar en ello, ¡tenemos mucho que decir sobre nuestro querido Señor!


5. Practique hablar con la gente

No podemos esperar tocar bien el piano si nunca practicamos. Hablar a la gente acerca del Señor también requiere práctica. Podría ayudar establecer una meta de hablar con una persona cada semana o cada dos semanas, por ejemplo. De lo contrario, sería fácil posponer la práctica y nunca empezar.

Cuanto más practiquemos, más aprenderemos a alcanzar a diferentes tipos de personas y a ser más eficaces para guiarlos a la salvación.


6. Cuéntele a las personas acerca de Jesús de diferentes maneras

Hay muchas maneras y muchas oportunidades de dar testimonio a los que nos rodean. El libro de Hechos está lleno de relatos de personas siendo salvas por medio de diferentes creyentes.

Por ejemplo, podemos escribir una carta o un correo electrónico a alguien que conocemos para compartir al Señor Jesús con ellos. Podemos escribir de nuestra experiencia de salvación o cómo el Señor ha obrado en nuestras vidas.

También podemos estar preparados para hablar algo del Señor a nuestros amigos, parientes o colegas cuando se nos presenten oportunidades. Podemos decir algo acerca de cuán real el Señor es para nosotros y cómo queremos que ellos también puedan experimentar esto por sí mismos.

Repartir tratados del evangelio es otra manera excelente de compartir algo acerca de Jesús, especialmente si no hay mucho tiempo para hablar. Por ejemplo, podríamos darles tratados a las personas mientras estamos en la tienda, usando el transporte público o haciendo mandados. Podríamos decirles algunas palabras sobre el Señor basándonos en un tratado mientras se lo damos. Entonces el tratado puede hablarles incluso cuando no estemos con ellos.

Nosotros los cristianos tenemos el don de la vida eterna y podemos compartir ese don con nuestros parientes, nuestros amigos y nuestros vecinos. Que el Señor Jesús nos llene de Su gran amor mientras oramos por las personas y damos testimonio a ellos acerca de nuestro maravilloso Señor y Salvador.

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