Cinco nombres de Jesús en el Nuevo Testamento y lo que significan


 
El nombre Jesús es un nombre especial. ¡En realidad, es el nombre más especial en el universo! Filipenses 2:9 nos dice que Dios exaltó a Jesús hasta lo sumo, y le dio “un nombre que es sobre todo nombre”.

Además de Jesús, en el Nuevo Testamento podemos encontrar muchos otros nombres dados a nuestro Señor que son ricos en significado y comunican un aspecto particular de lo que Él es para nosotros.

En esta entrada, cubriremos cinco nombres del Señor mencionados en los libros de Mateo y Juan y usaremos algunas notas del Nuevo Testamento Versión Recobro que explican el significado de cada uno. Echarles un vistazo más de cerca a estos nombres aumentará nuestra apreciación de esta Persona maravillosa y nos ayudará a conocerlo a Él de una manera más profunda.


Jesús

Jesús es el primer nombre mencionado en el Nuevo Testamento en Mateo 1:1. Mateo 1:21 dice que es el nombre que Dios le dio. Un ángel del Señor se le apareció a José en un sueño y le instruyó:

“Y [ella] dará a luz un hijo, y llamarás Su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados”.

Pero ¿qué significa el nombre Jesús?

La primera parte de la nota 1 de este versículo en la Nuevo Testamento Versión Recobro dice:

Jesús es el equivalente en el griego del nombre hebreo Josué (Nm.13:16), el cual significa Jehová el Salvador o la salvación de Jehová. Por lo tanto, Jesús no sólo es un hombre, sino Jehová, y no sólo Jehová, sino Jehová como nuestra salvación. Así que, Él es nuestro Salvador”.

Jehová es el Dios eterno y que existe para siempre. Debido a que el nombre Jesús significa Jehová el Salvador, esto indica que Jesus es Jehová mismo quien vino a ser un hombre para ser nuestra salvación. Sólo Jesús puede salvarnos del pecado, del juicio justo de Dios, de Satanás, del mundo, de una vida sin sentido y de otras cosas negativas. Hoy podemos ser salvos de las muchas cosas que nos molestan al invocar el nombre de Jesús.


Emanuel

Podemos ver otro nombre del Señor en Mateo 1:23:

“‘He aquí, una virgen estará encinta y dará a luz un hijo, y llamarán Su nombre Emanuel’ (que traducido es: Dios con nosotros)”.

La nota 2 en cuanto a Emanuel dice:

“Jesús fue el nombre que Dios le dio, mientras que Emanuel, que significa Dios con nosotros, fue como los hombres le llamaron. Jesús el Salvador es Dios con nosotros. Él es Dios y también es Dios encarnado para morar entre nosotros (Jn. 1:14). Él no sólo es Dios, sino Dios con nosotros”.

Que Dios more entre nosotros y esté con nosotros es algo tremendo. Antes de encarnarse para ser el hombre Jesús, Dios estaba lejos de nosotros, habitando en los cielos en luz inaccesible. Pero el Señor Jesús, quien era Dios mismo, era un hombre accesible. Él era verdaderamente Emanuel, Dios con nosotros.

En Mateo 28:20, después de Su muerte y resurrección, el Señor Jesús reconfortó a Sus discípulos diciendo: “He aquí, Yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del siglo”. Esta promesa no fue sólo para Sus discípulos, sino para todos los que creemos en Él. En resurrección, Emanuel llegó a ser el Espíritu vivificante a fin de vivir en nuestro espíritu. Cuando fuimos regenerados, lo recibimos en nuestro espíritu humano, nuestra parte más profunda. Ahora Él vive en nosotros ¡y podemos experimentar a Dios con nosotros todo el tiempo!


Cristo

Otro nombre que se usa en el Nuevo Testamento para referirse al Señor es Cristo. Juan 1:41 dice:

“Él halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo)”.

La nota 1 sobre Mesías en la Versión Recobro nos dice:

Mesías es una palabra hebrea; Cristo es la traducción al griego. Estas dos palabras significan el ungido. Cristo es el Ungido de Dios, Aquel que Dios designó para llevar a cabo Su propósito, Su plan eterno.”

Cristo fue designado por Dios para hacer Su voluntad y llevar a cabo Su propósito eterno. Él era el Aquel anunciado por los profetas en el Antiguo Testamento y a quien el pueblo de Dios buscaba.

Lucas 4:17-21 nos muestra cómo la venida de Cristo cumplió las profecías del Antiguo Testamento sobre el Ungido de Dios:

“Y se le dio el rollo del profeta Isaías; y abriéndolo, halló el lugar donde estaba escrito: ‘El Espíritu del Señor está sobre Mí, por cuanto me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres; me ha enviado a proclamar a los cautivos libertad, y a los ciegos recobro de la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año agradable del Señor, el año del jubileo.’ Y envolviendo el rollo, lo devolvió al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en Él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.”

Cristo es Aquel que trae las buenas nuevas de Su salvación a nosotros. Él sana nuestros corazones rotos, nos proclama libertad y abre nuestros ojos. Y cuando lo recibimos, recibimos a Aquel que está llevando a cabo el propósito de Dios a fin de cumplir Su deseo.


La Palabra

Otro nombre del Señor Jesús es la Palabra.

El comienzo del capítulo 1 de Juan es muy profundo. El versículo 1 dice:

“En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”.

La nota 2 sobre Palabra dice:

“La Palabra es la definición, explicación y expresión de Dios; por lo tanto, es Dios definido, explicado y expresado”.

Si Cristo no fuera la Palabra, Dios nos sería misterioso y no lo podríamos conocer. El Señor como Palabra nos definió, explicó y expresó a Dios. Él nos declaró quién Dios es.

La nota 3 dice:

“La Palabra no está separada de Dios. El caso no es que la Palabra sea la Palabra, y Dios sea Dios, y que ambos sean entidades separadas. Al contrario, los dos son uno solo; por lo tanto, la siguiente cláusula afirma que la Palabra era Dios.

La Palabra y Dios no están separados. La Palabra, quien estaba al principio con Dios, era Dios.

Sabemos que la Palabra se refiere a Jesús porque Juan pasó a decir en el versículo 14:

“Y la Palabra se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros (y contemplamos Su gloria, gloria como del Unigénito del Padre), llena de gracia y de realidad”.

La Palabra, quien es Dios mismo, salió de la eternidad al tiempo para llegar a ser carne. Es decir, se encarnó como hombre: Jesús. La Palabra eterna que estaba con Dios y que era Dios escogió unirse a Sí mismo a la humanidad. En el Antiguo Testamento, el tabernáculo era la morada de Dios entre Su pueblo. Pero aquí en el Nuevo Testamento, el tabernáculo era la Palabra que se hizo carne.


El Cordero de Dios

Jesús también es el Cordero de Dios. En Juan 1:29, cuando Juan el Bautista se encontraba bautizando a las personas en Betania, “vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: ¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”

Cordero de Dios es un nombre particularmente dulce para todos aquellos que creen en el Señor. Hebreos 9:22 dice:

“Sin derramamiento de sangre no hay perdón”.

Esto significa que para que Dios nos perdonara nuestros pecados era necesario que alguien muriera. Ese Alguien era el Cordero de Dios precioso y sin mancha, quien dio Su vida para redimir a cada uno de nosotros. Debido a que Él hizo esto por nosotros, no podemos evitar amarlo.

Al sólo ver los nombres del Señor que hemos abarcado en esta entrada, podemos amarlo y apreciarlo como Jesús, Dios quien vino a ser nuestro Salvador, y como Emanuel, Dios que siempre está con nosotros. Podemos alabarlo como Cristo, el Ungido de Dios quien lleva a cabo el propósito de Dios, y como la Palabra, Aquel que expresó a Dios en todo lo que hizo y dijo. Y podemos agradecerle por ser el Cordero de Dios sin mancha y sin defecto, quien se sacrificó a Sí mismo para efectuar la redención por nuestros pecados.

Sólamente hemos mencionado estos cinco nombres de una manera sencilla en esta entrada. Usted puede pedir una copia gratuita de un Nuevo Testamento Versión Recobro para leer todas las notas de estos versículos en su tiempo de estudio personal y ver aún más quién es Cristo para nosotros. ¡Él es tan maravilloso!
 
 


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