Cómo comer la palabra de Dios
Imagine que no ha comido durante un tiempo; tiene hambre y está débil por la falta de comida. De repente, le llega un aroma delicioso. Le hace agua la boca, pero simplemente oler el aroma de la comida no le satisface. Todavía está tan hambriento como antes.
Simplemente leer algo en la Biblia y ser temporalmente inspirado es como oler un aroma delicioso. No es que no recibamos nada en absoluto, pero la inspiración se desvanece rápidamente. Nada sólido en realidad “se pega a nuestras costillas” o nos satisface interiormente. Para eso, necesitamos comer la Palabra de Dios.
“Comer” la Palabra de Dios nos puede sonar extraño. Pero como vimos en una entrada anterior, Dios nos dio Su Palabra para que fuera comida para nosotros. Es al comer la Palabra de Dios que podemos ser nutridos espiritualmente y fortalecidos en nuestra vida cristiana.
Pero para comer la Palabra de Dios debemos ir más profundo que simplemente leerla. Así que en esta entrada, hablaremos de cómo comer la Palabra de Dios.
Usar el órgano correcto
Desde el punto de vista físico, necesitamos usar el órgano correcto de nuestro cuerpo para realizar funciones particulares.
Por ejemplo, nuestra nariz es el órgano que usamos para oler el aroma de la comida. Pero no podemos comer con nuestra nariz. Y ciertamente no podemos comer con nuestras orejas o nuestros ojos. El órgano apropiado para comer es nuestra boca. Tenemos que usar nuestra boca para ingerir la comida.
Todo esto puede parecer muy obvio, pero necesitamos darnos cuenta de que comer la Palabra de Dios también requiere que usemos el órgano correcto. Podemos estar acostumbrados a ejercitar nuestra mente para aprender algo o nuestra parte emotiva para sentir algo cuando abrimos la Biblia. Pero ni nuestra mente ni nuestra parte emotiva son el órgano correcto para recibir la Palabra de Dios como comida.
Necesitamos ejercitar nuestro espíritu
Las palabras en la Biblia son sólo letras en blanco y negro en una página en sí mismas. Si sólo usamos nuestra mente para entenderlas, eso es todo lo que serán para nosotros. Pero la Biblia es más que eso. La esencia misma de la Palabra de Dios es Espíritu.
El Señor Jesús dijo en Juan 6:63:
“El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”.
El Espíritu que da vida está corporificado en la Palabra. Pero para contactar al Espíritu en la Palabra y recibir vida, necesitamos usar el órgano apropiado. Ese órgano es nuestro espíritu humano.
La Biblia revela que nuestro espíritu es la parte más profunda y más recóndita de nuestro ser. Dios creó nuestro espíritu humano con la capacidad única de contactarlo e incluso recibirlo a Él. Al usar nuestro espíritu, podemos contactar al Espíritu en la Palabra.
Para que la Biblia llegue a ser la comida que sacia nuestra hambre interior y nos da vida, debemos ejercitar nuestro espíritu para contactar al Espíritu en la Palabra. Entonces, ¿cómo ejercitamos, o usamos, nuestro espíritu? Así como ejercitamos nuestros pies al caminar, podemos ejercitar nuestro espíritu al orar.
El Espíritu, la Palabra, la oración y nuestro espíritu
En Efesios 6:17-18 el apóstol Pablo pone el Espíritu, la Palabra, la oración y nuestro espíritu juntos:
“Y recibid el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios, con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu”.
Este versículo deja claro que debemos recibir el Espíritu en la Palabra de Dios por medio de toda oración, orando cada vez en nuestro espíritu. Así es como comemos la Palabra de Dios. Cuando ejercitamos nuestro espíritu al orar mientras leemos la Biblia, tocamos el Espíritu en la Palabra, y es el Espíritu quien da vida. Somos nutridos y suministrados para crecer en la vida de Dios y vivir una vida cristiana saludable.
Tener el enfoque adecuado
Verdaderamente necesitamos leer e incluso estudiar la Biblia para nuestra iluminación y entendimiento. Pero cuando acudimos a la Palabra para alimentarnos de ella, no necesitamos estar tan preocupados por si entendemos completamente los versículos. El entendimiento vendrá; durante estos tiempos, simplemente debemos concentrarnos en ejercitar nuestro espíritu en oración con la Palabra.
Ayuda orar en voz alta. No es que Dios no escuche nuestras oraciones silenciosas, pero orar audiblemente nos ayuda a ejercitar nuestro espíritu con más fuerza, a enfocarnos en la Palabra y a estar menos distraídos por nuestros pensamientos.
Incluso antes de abrir la Biblia, también es bueno tomarse un momento para orar. Podemos hacer una oración sencilla como esta:
“Señor Jesús, vengo a Tu Palabra. Señor, quiero ejercitar mi espíritu para recibir Tu Palabra como comida. Aliméntame, Señor Jesús, en Tu Palabra”.
Entonces simplemente abrimos la Biblia para leerla. Digamos que hemos estado leyendo el Nuevo Testamento y llegamos a Juan 1:4:
“En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Podemos hacer una pausa y orar con las palabras de este versículo. Nuestra oración puede ser algo así:
“En Él estaba la vida. La vida sólo está en Ti, Señor. Gracias, Señor, ahora que te tengo, tengo vida. Señor, haz que hoy disfrute de Ti como vida. Y alabado seas, Señor, Tú eres la luz de los hombres. Oh Señor Jesús, Tú eres ahora mi luz. Brilla sobre mí, Señor. No permitas que esté en ninguna oscuridad”.
Tal vez mientras estamos “comiendo” la palabra luz, el Señor puede comenzar a brillar sobre un pecado que cometimos del cual no estábamos conscientes.
Debemos confesar ese pecado de inmediato para ser perdonados y limpiados, y entonces podemos continuar comiendo. Cuando ejercitamos nuestro espíritu para contactar la Palabra de Dios, a menudo experimentamos que Dios brilla sobre nosotros, y podemos responder instantáneamente a Él. Todo esto es parte de nuestro comer la Palabra de Dios.
Si tenemos más tiempo, podemos seguir leyendo hasta que otro versículo nos llame la atención. Podemos detenernos y orar espontáneamente con lo que surja de nuestro corazón y nuestro espíritu.
Algunos puntos útiles
A continuación algunos puntos que pueden ayudarnos a practicar comer la Palabra de Dios:
- Durante estos tiempos de comer, no necesitamos sentirnos obligados a terminar un capítulo o sección. Podemos tomarnos nuestro tiempo para leer y orar, orar y leer.
- Así como comer en exceso físicamente es malo para nosotros, no deberíamos tratar de ingerir demasiado cuando comemos la Palabra. Disfrutar de unos pocos versículos a la vez suele ser suficiente.
- Al repetir la Palabra de Dios a Él y convertirla en nuestra oración, podemos ser liberados de hacer oraciones formales y rutinarias.
- Podemos ser salvos de pensar demasiado acerca de nosotros mismos y nuestra situación al incluir agradecer y alabar al Señor mientras oramos con Su Palabra. Esto también elevará nuestro aprecio por Él.
- Podemos orar con el mismo versículo en diferentes momentos de nuestras vidas y experimentar algo nuevo porque el Espíritu es viviente. A medida que ejercitamos nuestro espíritu y contactamos al Espíritu en la Palabra, recibimos un fresco suministro de vida y aprecio por ese versículo.
Esperamos que comience a disfrutar de comer la Palabra de Dios todos los días. Que Sus palabras sean espíritu y vida para usted, animándole y satisfaciendo su hambre. Si vive en España, puede solicitar una copia gratuita del Nuevo Testamento Versión Recobro aquí.