
Debido a que el Señor Jesús murió por nuestros pecados, cuando creímos en Él, fuimos perdonados y lavados de todo rastro de nuestros pecados. No deberíamos sentirnos preocupados por lo que hicimos o por quiénes éramos antes de ser salvos. Debemos estar muy claros al respecto.
Pero cuando fuimos salvos, también llegamos a ser una persona nueva en el Señor con una vida nueva. Nacimos de nuevo con la vida de Dios. A partir de ese momento, tenemos una vida nueva y también deberíamos tener un vivir nuevo.
Si continuamos viviendo como lo hacíamos antes de ser salvos, las cosas de nuestra vida pasada nos retendrán. Para progresar en la vida cristiana, necesitamos poner fin a nuestra pasada manera de vivir para que ya no estemos bajo su influencia.
Entonces, ¿cómo hacemos esto?