Qué significa tener una buena conciencia y por qué es tan importante
Hoy en día parece cada vez más raro escuchar la palabra conciencia. La gente simplemente decide lo que es bueno y lo que es malo según sus propios puntos de vista, y la conciencia parece no influir en absoluto. Pero Dios no quiere que vivamos de esa manera, especialmente cuando hemos sido salvos. Después de todo, Él nos creó con una conciencia, la cual tiene un papel muy importante en nuestras vidas, tanto antes como después de recibir al Señor.
Así que es importante para nosotros ver lo que la Biblia revela acerca de la conciencia, y por qué tener una buena conciencia es tan crucial cuando se trata de nuestra relación con el Señor.
En esta entrada, leeremos algunos versículos claves y notas de estudio de la Versión Recobro sobre este tema importante.
¿Qué es la conciencia?
Primero, hablemos de lo que es la conciencia. Muchos versículos en la Biblia hablan de la conciencia. Todo ser humano, sea salvo o no, y sin importar su cultura, identidad étnica o trasfondo, tiene una conciencia. Dios nos creó con una conciencia para que sepamos el bien del mal, lo que Él aprueba y lo que Él juzga.
Romanos 2:14 y 15 dicen:
“Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia junto con ella, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos”.
En el versículo 14, la nota 1 sobre por naturaleza del Nuevo Testamento Versión Recobro dice:
“La naturaleza del hombre, tal como fue creada por Dios, originalmente era buena y correspondía a Dios y a Su ley. Aunque fue envenenada por la caída, esta buena naturaleza permanece en el hombre. Así que, si una persona vive conforme a su naturaleza y hace por naturaleza lo que es de la ley, el mal que está en ella será restringido”.
Ahora leamos la nota 1 en el versículo 15 sobre conciencia, que explica la relación de esta naturaleza creada por Dios con la conciencia:
“La conciencia del hombre corresponde a la naturaleza humana creada por Dios y le permite saber lo que Dios justifica y lo que Él condena”.
Por su conciencia, la gente puede percibir lo que Dios justifica, o aprueba, y lo que Él condena. Incluso sin conocer a Dios o la Biblia, su conciencia les permite conocer el bien del mal.
Así es como una persona puede saber que es pecadora.
Cuando aún no éramos salvos, en algún momento escuchamos el evangelio de Jesucristo. A través de esas palabras, nuestra conciencia nos condenó de que éramos pecaminosos y necesitábamos ser salvos. Así que nos arrepentimos ante Dios y aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador.
Nuestra conciencia después de ser salvos
Cuando nos arrepentimos y recibimos al Señor Jesús, Él vino a vivir en nosotros, y nuestra conciencia se volvió más sensible y activa que antes.
Es importante saber que aunque somos salvos, todavía tenemos nuestra carne pecaminosa y naturaleza caída. Esto significa que aún cometemos pecados a pesar de nuestras mejores intenciones. Nuestra conciencia nos permite saber cuándo hemos ofendido a Dios al pecar o al desobedecerlo.
Para ilustrar, nuestra conciencia es como un detector de humo instalado en un edificio. Si hay un incendio en el edificio, el detector hace sonar una alarma. Pero si todo va bien, permanece en silencio. De la misma manera, nuestra conciencia nos alerta cuando hemos hecho algo mal y permanece en silencio cuando Dios no tiene ningún problema con nosotros.
Todos hemos experimentado estas “alertas” de nuestra conciencia cada vez que hacemos algo que no se corresponde a la naturaleza santa y justa de Dios. Por ejemplo, si perdemos los estribos o decimos algo desagradable a alguien, nuestra conciencia cumple su función de hacer sonar la alarma. Y no importa cómo tratemos de razonar, nuestra conciencia persiste en condenarnos.
¡Esto es realmente algo bueno! Si no tuviéramos nuestra conciencia que nos alerta, seríamos como un edificio en llamas sin detector de humo. No nos daríamos cuenta cuando hayamos causado la desaprobación de Dios, y nuestra relación con el Señor sufriría.
Al igual que necesitamos tomar medidas cuando escuchamos un detector de humo, necesitamos responder, no ignorar, la alerta de nuestra conciencia cuando hemos hecho algo mal.
Una buena conciencia
La forma en que respondemos al sentimiento de nuestra conciencia determina si tenemos o no una buena conciencia.
La frase una buena conciencia se utiliza en 1 Timoteo 1:5:
“Pues el propósito de esta orden es el amor nacido de un corazón puro, una buena conciencia y una fe no fingida”.
Parte de la nota 3 de este versículo en la Versión Recobro explica qué es una buena conciencia:
“Una buena conciencia es una conciencia sin ofensa (Hch. 24:16)”.
Esta nota hace referencia a Hechos 24:16, que es parte del testimonio del apóstol Pablo cuando fue llevado ante el gobernador Félix. Pablo declaró:
“Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres”.
Así que una buena conciencia es una conciencia sin ofensa, es decir, una que no nos condena por ofender a Dios.
¿Cómo podemos quitar las ofensas en nuestra conciencia?
Entonces, ¿qué debemos hacer cuando nuestra conciencia nos alerta de que hemos ofendido a Dios? ¿Cómo podemos quitar la ofensa que activó la alarma?
Nuestra conciencia definitivamente no se calmará con excusas. Y decidir ser mejores o hacer buenas obras tampoco puede compensar o quitar una ofensa.
Sólo una cosa puede eliminar por completo esa ofensa y purificar nuestra conciencia: la preciosa sangre de Cristo.
Hebreos 9:14 dice:
“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas para que sirvamos al Dios vivo?”.
Nuestra conciencia sólo puede ser purificada por la sangre de Cristo. Para experimentar esta purificación, debemos confesar nuestros pecados y ofensas a Dios. Cuando confesamos, Dios inmediatamente nos perdona, y la sangre de Jesús limpia la mancha del pecado. Dios está satisfecho con la sangre de Jesús, y nos sentimos en paz porque tenemos una buena conciencia una vez más.
Por supuesto, después de haber confesado nuestro pecado a Dios, también necesitamos disculparnos con cualquier persona a la que hayamos lastimado u ofendido.
¿Por qué es tan importante tener una buena conciencia?
Cuando hemos ofendido al Señor, nuestra comunión con Él se interrumpe, y ya no tenemos paz con Dios. Y si ignoramos la voz de nuestra conciencia, no tenemos manera de continuar en nuestra relación con el Señor.
En 1 Timoteo 1:19, vemos la importancia de tener una buena conciencia y las graves consecuencias si no la tenemos:
“Manteniendo la fe y una buena conciencia, desechando las cuales naufragaron en cuanto a la fe algunos”.
Aquí, el apóstol Pablo dice que necesitamos mantener no sólo la fe sino también una buena conciencia. La primera parte de la nota 1 de este versículo explica:
“La fe y la buena conciencia (véase la nota 53) van juntas. Cada vez que hay una ofensa en nuestra conciencia, se produce un agujero por el cual nuestra fe se fugará”.
Ninguno de nosotros quiere que nuestra fe se fugue. Puesto que la fe y una buena conciencia van juntas, el estado de nuestra conciencia afecta nuestra fe. Cuando permitimos que una ofensa permanezca sin ser tratada, nuestra fe se fuga. Este agujero puede hacer que finalmente perdamos la fe en el Señor, incluso hasta tal punto que llegamos a “naufragar” con respecto a nuestra fe.
La nota 2 sobre naufragaron explica lo que esto significa:
“Esto muestra cuán grave es desechar la fe y una buena conciencia. Mantener la fe y una buena conciencia es una salvaguardia para nuestra fe y nuestra vida cristiana. La palabra naufragar implica que la vida cristiana y la vida de iglesia son como un barco que navega sobre un mar tempestuoso, y por ende necesitan ser salvaguardadas por medio de la fe y de una buena conciencia”.
El uso del apóstol Pablo de esta imagen vívida de un naufragio nos muestra cuán terribles son las consecuencias de ignorar el sentimiento de nuestra conciencia. Definitivamente no queremos naufragar con respecto a nuestra fe. Esta palabra tan seria debería hacernos reflexionar.
Así que para continuar con el Señor en nuestra vida cristiana, debemos mantener una buena conciencia al estar bien con Dios y con el hombre. Y cuando fallamos, simplemente necesitamos confesar nuestros pecados para ser perdonados y limpiados, para que nuestra conciencia no tenga nada de qué condenarnos.
¡Gracias al Señor por Su palabra clara en la Biblia con respecto a nuestra conciencia! Prestemos todos atención a nuestra conciencia y aprendamos a vivir nuestra vida cristiana manteniendo la fe y una buena conciencia.
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