El peligro de pensar que puede perder su salvación

En una entrada anterior hablamos de una de las preguntas más importantes que podríamos tener como cristianos: ¿Podemos perder nuestra salvación? Vimos que la Biblia nos da la certeza clara y definitiva de que una vez que creemos en Cristo y lo recibimos como nuestro Salvador, somos eternamente salvos. No podemos perder nuestra salvación.

Pero podemos hacernos otra pregunta: ¿Es importante saber que no vamos a perder nuestra salvación?

La respuesta es sí, y en esta entrada hablaremos de por qué es importante.


Las peligrosas consecuencias de pensar que usted puede perder su salvación

Es muy difícil, si no imposible, progresar en la vida cristiana si piensa que puede perder su salvación en cualquier momento. De hecho, este pensamiento puede socavar toda su vida cristiana.

Veamos cómo esto podría suceder.

Cuando pecamos, naturalmente nos sentimos avergonzados y arrepentidos. Ésta es una reacción saludable. Pero si no sabemos que podemos confesar nuestros pecados al Señor para ser perdonados y lavados, no sabremos qué hacer con nuestros pecados. Nuestra conciencia estará sobrecargada. Y cuando cometamos más pecados, como inevitablemente haremos, quizás comencemos a pensar que la acumulación de todos nuestros pecados anula nuestra salvación.

Una pregunta comienza a carcomernos: “¿Todavía soy salvo?”.

Debido a que esta pregunta nos molesta constantemente, nos desanimamos en nuestra vida cristiana. En vez de regocijarnos en nuestra salvación, amar al Señor e ir en pos de Cristo con un corazón libre de cargas, nos sentimos indignos. Se nos hace difícil orarle a Él o leer la Biblia. Nos enfocamos en nosotros mismos, en nuestro comportamiento y en nuestros fracasos, y gradualmente dejamos de mirar a Cristo y todo lo que Él ha hecho por nosotros.

Y a pesar de nuestros mejores esfuerzos, pecamos otra vez. Esto da por resultado que nuestros pecados no confesados siguen acumulándose, cargando aún más nuestra conciencia y haciéndonos perder la esperanza.

Lamentablemente, en ese momento, algunos dejan de seguir al Señor puesto que están convencidos de que su vida cristiana ha sufrido daños irreparables. Sintiendo que ya están perdidos, ellos piensan: “¿De qué me sirve? Ya he perdido mi salvación. ¿Para qué volver a intentarlo?”.

Así que ellos se dan por vencidos, regresan a su vida pasada y viven como lo hacían antes de que fueran salvos.

No se dan cuenta de que la sangre que Jesús derramó en la cruz los redimió y los salvó eternamente. Y no saben que la misma sangre preciosa de Jesús también los puede lavar de cada pecado que cometan y confiesen a Él después de ser salvos.


El efecto positivo de saber que no podemos perder nuestra salvación

Dios nos perdonó y nos lavó de nuestros pecados cuando primero creímos en Jesucristo y lo aceptamos como nuestro Salvador. En ese momento, también nacimos de nuevo en nuestro espíritu con la vida divina y Cristo vino a vivir en nosotros.

Ahora que Cristo vive en nosotros, Él quiere que avancemos de ser salvos a conocerlo personalmente y experimentarlo subjetivamente. Él quiere que lo disfrutemos y crezcamos en Él. Él quiere ser nuestra vida a fin de que lo expresemos en nuestro vivir.

Si sabemos que somos salvos eternamente, podemos seguir adelante con un corazón libre de cargas y edificar sobre esa base firme, libres del pensamiento erróneo y dañino de que podemos perder nuestra salvación. Si no conociéramos esta verdad importante, nos podríamos perder todo lo que está delante de nosotros en nuestra vida cristiana.

Por supuesto, el Señor no quiere que pequemos, y lo contristamos cuando lo hacemos. Incluso nosotros mismos no deseamos pecar, y nos sentimos culpables cuando lo hacemos. Pero cuando nuestra conciencia nos advierte que hemos ofendido al Señor, no nos quedamos desamparados y sin esperanza. Podemos y debemos sencillamente confesar nuestro pecado al Señor para que pueda perdonarnos y limpiarnos de ese pecado.


Hemos sido rescatados de la desesperación y disfrutamos la salvación que Dios efectúa

Saber que nunca podremos perder nuestra salvación nos rescata de la desesperación y de darnos por vencidos cuando fracasamos. En vez de eso, podemos salir de la esfera de la duda y la desesperación al permanecer firmes en la Palabra fiel de Dios respecto a Su salvación eterna. ¡Entonces podremos seguir adelante y entrar en la esfera de la experiencia y del disfrute de la salvación rica, maravillosa y plena que Dios efectúa y que ha provisto para nosotros en Cristo!


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