Cómo obtener vida al leer la Biblia
En una entrada anterior explicamos lo importante que es saber que la esencia de la Biblia es el Espíritu. Puesto que solamente el Espíritu es el que da vida, a fin de poder obtener vida al leer la Biblia es necesario que contactemos el Espíritu en la Palabra. A medida que recibimos la vida, seremos nutridos espiritualmente y por medio de recibir este nutrir, creceremos en Cristo. De modo que, recibir vida de la Biblia es bien crucial para nuestra vida cristiana.

¿De qué manera podemos obtener vida al leer la Biblia?
2 Timoteo 3:16 es un versículo clave que nos muestra de qué manera entrar en el Espíritu, que da vida cada vez que leemos la Palabra de Dios:
“Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”.
La primera parte de la nota respecto a dada por el aliento de Dios en este versículo nos ayuda a entender que el Espíritu es la esencia de las Escrituras. Ahora, enfoquémonos en la segunda parte de esta nota a fin de ver cómo podemos contactar el Espíritu en la palabra de Dios:
“Esto indica que la Escritura, la palabra de Dios, es el aliento que sale de Su boca. El hablar de Dios es Su exhalación. Por lo tanto, Su palabra es Espíritu (Jn. 6:63), o aliento. Así que, la Escritura es la corporificación de Dios el Espíritu. El Espíritu es, por lo tanto, la esencia misma, la sustancia, de la Escritura, así como el fósforo es la sustancia esencial de los cerillos. Debemos encender el Espíritu de la Escritura al contactarla con nuestro espíritu para obtener el fuego divino”.
Para recibir vida de la Biblia debemos “encender el Espíritu de la Escritura al contactarla con nuestro espíritu para obtener el fuego divino”. ¿Qué significa esto?
Un cerillo y la superficie adecuada
Para poder entender la analogía descrita en la nota, expliquemos un poco la función de un cerillo.
La cabeza de un cerillo esta hecha con fósforo. Cuando la cabeza del cerillo se pone en contacto con una superficie áspera, el calor de la fricción enciende este reactivo químico elevado. Supongamos que encendemos el cerillo en un suéter suave, hierba o botella de plástico, no pasa nada, pues no son el tipo de superficie adecuada. Sin embargo, cuando lo encendemos en una piedra granulosa, el cerillo inmediatamente se encenderá y convertirá en fuego.
Así que para comenzar el fuego, es necesario tener dos cosas: el cerillo y la superficie adecuada para encenderlo.
El Espíritu y nuestro espíritu
El ejemplo del cerillo y la superficie adecuada nos muestran de que manera obtener el fuego divino escondido en la Palabra de Dios. Para hacer esto, también se necesitan dos cosas: la Biblia (el cerillo) que está fuera de nosotros y nu estro espíritu humano (la superficie adecuada) que está dentro de nosotros.
Si acudimos a la Palabra de Dios ejercitando solamente nuestra mente con nuestro buen entendimiento, no se llevará a cabo un encendimiento o ningún fuego. Perderemos la oportunidad de obtener el Espíritu contenido en la Palabra de Dios. Nuestro espíritu humano es la superficie adecuada y no nuestra mente analítica o emociones inconstantes. Si usamos nuestro espíritu humano como la superficie adecuada para encender el Espíritu de las Escrituras, el Espíritu nos dará vida. Pero, ¿cómo ejercitamos o usamos nuestro espíritu para contactar al Espíritu en la Palabra de Dios?
Una de las maneras siendo la oración
Físicamente hablando, la mejor manera de ejercitar nuestros pies es caminar. Espiritualmente hablando, la mejor manera de ejercitar nuestro espíritu es orar. A medida que leemos la Biblia y oramos, usamos nuestro espíritu. A medida que usamos nuestro espíritu y oramos, “encendemos”, o tenemos contacto con el Espíritu en la Palabra escrita de Dios.
Aún antes de comenzar a leer la Biblia, podemos hacer una pequeña oración como esta: “Señor Jesús, deseo tocar Tu espíritu en Tu Palabra. Señor, no solamente quiero leer las palabras impresas en blanco y negro, quiero recibirte como vida”. Orar de esta manera marca una gran diferencia mientras aprendemos a ejercitar nuestro espíritu cuando acudimos a la Biblia.
Entonces, cuando leemos Su Palabra, podemos seguir orando usando las palabras de la Biblia como nuestra oración. Podemos usar estas palabras para orar, alabarle, agradecerle y adorar al Señor.
Cómo orar la Palabra de Dios: un ejemplo
Usemos como ejemplo de cómo orar con la Palabra de Dios Juan 10:11:
“Yo soy el buen Pastor; el buen Pastor pone Su vida por las ovejas”.
Podemos orar con la Palabra de Dios de esta manera: “Señor Jesús, Te alabo, pues eres mi Pastor. Estoy alegre de que Tu seas mi Pastor.Gracias Señor que me hiciste una de Tus ovejas. Gracias Señor por poner Tu vida por mi”.
En otras palabras, podemos orarle al Señor usando Sus palabras en nuestra oración, las palabras contenidas en la Biblia, como nuestra oración. Al orar usando la Biblia, usamos nuestro espíritu humano y contactamos el Espíritu en la Palabra de Dios. Esto logra que la palabra de Dios nos transmita el Espíritu que nos da vida. Experimentamos lo que el Señor habló en Juan 6:63: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Esta vida alimenta a nuestro espíritu, satisface nuestra hambre interior por Dios y riega nuestra alma sedienta. De igual manera que un niño crece físicamente al ser alimentado, nosotros experimentamos el crecimiento espiritual en nuestra vida cristiana al ser alimentados por el Espíritu en la Palabra de Dios.
Conocer la esencia de la Biblia y ejercitar nuestro espíritu con la Palabra
Conocer que el Espíritu es la esencia de la Biblia revolucionará la manera en que respondemos a la Palabra de Dios. Ya no responderemos a la Palabra de Dios sencillamente como si fuera un libro de enseñanzas o una guía externa que nos dice cómo debemos vivir. No acudiremos a la Palabra de Dios usando solamente nuestra mente. En lugar de eso, ejercitaremos nuestro espíritu en la oración para contactar el Espíritu en la Palabra de Dios. Acudiremos a la Biblia con la expectativa de recibir vida de la Palabra de Dios.